El mundo está hecho de historias.
Las mujeres son mi mayor fuente de inspiración, son el centro de mi universo. La belleza en mi mirada no solo está asociada con la persona física. La belleza de una mujer está en su misma esencia: elegancia, amabilidad, ternura, fuerza y fragilidad. Me gusta rendir homenaje a lo femenino y mostrar la belleza de la vida en el ciclo de la existencia donde cada fase tiene su dignidad, sacar a relucir la verdadera esencia del cuerpo y el alma, la personalidad a través de la magia de la toma fotográfica.
El retrato es, para mí, la fotografía más delicada donde los sentimientos y las emociones dan lugar a la alquimia del encuentro.
Me gusta fotografiar al aire libre, siento que confiamos en el azar, en una tierra neutral, donde nadie tiene el control de lo que está por suceder. Hay que querer involucrarse y dejarse guiar. La complicidad alcanza tal intensidad que detiene el tiempo. Los ruidos desaparecen y dejan espacio a una intimidad que no tiene pasado ni futuro. Y es exactamente este momento lo que estoy buscando. Un momento que se convierte en objeto de contemplación.